miércoles, 26 de mayo de 2010

Que se queden todos

La llegada del Albo a Primera empieza a cambiarme la vida: ya no consulto más Mundoascenso ni Soloascenso. No lo extraño en absoluto.

Claro, ahora somos cola de león, y para enterarse de novedades del All Boys sin encender la radio a las 23 para el programa de Claudio Sintes hay que conformarse con encontrar algo en la retaguardia de Olé, en la sección “Breves fútbol” de Clarín, o, quizás, en La Redó!

Dato fundamental, a la hora de pronunciar, para los recién llegados al universo Albo. Al juntar los dos monosílabos “All” y “Boys” y formar oralmente una sola palabra, “Allboys”, la acentuación debe ser aguda, no grave. O sea, no es Ólbois, es Olbóis. Ese deleznable efecto-Caldiero debe ser desterrado. En cambio, según el English from Floresta, es correcto pronunciar tanto Ollboys como Allboys.

Es que ahora estamos en todos lados, inclusive en los sitios menos simpáticos. Hasta Chiche Gelblung habló del Albo en estos días. Hasta los hinchas de River piden a Nico Cambiasso como refuerzo en el blog de Ángel Cappa.

Y hablando de refuerzos y cambiazos, ojalá que siga la política de continuidad. Que se queden todos. O casi todos. Sería un error dejar ir a Cambiasso y salir a buscar otro arquero. Sería un error dejar ir a Christian Vella, Fernando Fayart, Carlos Soto, Jonathan Ferrari, Carlos Madeo o Armando Panceri y salir a buscar otra defensa. Sería un error dejar ir a Fernando Sanchez, Emmanuel Perea, Matías Pérez García o Ariel Zárate y salir a buscar otro mediocampo. Sería un error dejar ir a Mauro Matos, Agustín Torassa, Pablo Solchaga o Mariano Campodónico y salir a buscar otra delantera. Sería un error dejar ir a Pepe Romero y salir a buscar otro DT. Seguro que habrá casos puntuales que revisar, pero el grueso de este elenco multiganador tiene que estar en Primera.

Nunca pensé que iba a desear que pase rápido el Mundial.

lunes, 24 de mayo de 2010

La vaca está volando

Aquí estamos. Lo sentimos por Maradona, por Messi, por el Teatro Colón y hasta por el Bicentenario, pero los festejos en Floresta tienen que ver con el ascenso épico de All Boys a Primera. Un premio merecidísimo, una alegría esperada desde toda mi vida, y una clase –dos, la primera había sido en el Islas Malvinas– de conducta y de fútbol.

Lloré más que lo que llovió ayer. La tapa de Clarín en la que convivían el ascenso del Albo y el diluvio universal que cayó sobre Buenos Aires me hicieron pensar en esa idea que asocia la utopía con el día que la vaca vuele. ¡Y la vaca está volando! La vaca del sponsor de All Boys, la que está en el pecho de los héroes albos del ascenso, voló derecho a la alta sociedad del fútbol argentino.

El equipo de Pepe Romero construyó un trienio soñado: sólo nos falta ganar la Libertadores del 2012 y ahí, sí, me despertaré sudado a medianoche, creyendo que soñé el mejor orgasmo deportivo de la historia. ¡Viva la Patria!

domingo, 23 de mayo de 2010

Campeones del mundo

¡Maracanazo! ¡Arroyitazo! ¡Bolas blancas! ¡All Boys en Primera! ¡Se largó el diluvio! ¡A festejar! Y con todo respeto: ¡La concha de la lora!

miércoles, 19 de mayo de 2010

Los árbitros son humanos

Es así. Aunque por lo general cuesta encontrarles rasgos de humanidad, los árbitros son homo sapiens hechos y derechos. Inclusive es humano Diego Abal, el referí que dirigió el partido de ida de la Promoción, el que le robó a All Boys un gol clarísimo (había “sólo” cuatro defensores canallas habilitando a Mauro Matos) y omitió un penal también clarísimo contra Jonathan Ferrari.

El hincha suele creerse siempre víctima de conspiraciones: he convivido con esa sensación toda la vida. Pero debo ser justo y precisar que, al menos esta temporada, no he sentido que al Albo lo hayan perjudicado especialmente. Recién sentí eso en el partido de ida de la Promoción, claro, que me llevó a recordar la probada e indudable humanidad de los árbitros.

Insisto, los árbitros, y sus asistentes, no son máquinas perfectas, sino meros hombres. Por tanto, pueden equivocarse. Y también pueden ser presionados. Pueden ser corruptos. Pueden ser acomodaticios. Pueden ser conservadores. Pueden ser parciales. Pueden ser ciegos. Pueden imaginar cosas que no ocurren en esta dimensión. Pueden ser ladrones. Pueden manejarte los partidos según la conveniencia de los poderosos. Pueden ser unos tremendos hijos de puta.

Así somos las personas.

Siempre he sido pesimista a la hora del fútbol, y de cara a la revancha en Arroyito, aunque el Albo está vivo, mantengo mi postura histórica. Ya llegarán los aplausos infinitos para este equipo la semana que viene, más allá de cómo termine la temporada.

lunes, 17 de mayo de 2010

Rosario nunca estuvo cerca

No conozco la cancha de Rosario Central. Tampoco la de Newell’s. Sí he ido más de una vez a la de Central Córdoba de Rosario, y a mucha honra.

Y de pronto, todo es Rosario, Allbogasoys, el Che Guevara: la Promoción para llegar a Primera nos encuentra en un mano a mano con Central (bueno, no tan mano a mano, la ventaja deportiva es como tener un brazo roto y un ojo morado antes de empezar la pelea).

Me encuentro pensando en que sería hermoso arrancarle una sonrisa al menos barbado del leprosísimo clan Bielsa.

Sigo esa idea y lamento que el canallísima Roberto Fontanarrosa ya no esté vivo, me habría encantado escucharlo hablar sobre All Boys, en el tono que fuera, aún si dijera “estos hijos de mil puta”…

Al margen del morbo rosarino, no hay sistema métrico decimal que mida la alegría que hay en Floresta. Estamos en el trampolín.

No éramos favoritos el sábado pasado, por los goles a favor de Instituto y por el incidente Rafaela; tampoco somos favoritos en la Promoción. Pero aún a riesgo de repetir comparaciones que ya había repetido, insisto, el miércoles, para algunos, se juega la final del Mundial.

martes, 11 de mayo de 2010

El modelo Rafaela

La Presidenta Cristina Fernández ha hablado más de una vez del modelo Rafaela, por considerar que esa pujante ciudad santafesina constituye un ejemplo de desarrollo económico y social que bien podría seguir el resto del país.

No incluye la mandataria entre las presuntas virtudes rafaelinas a la violencia y el lobby. Será que se refiere a la “Rafaela-ciudad”, y no al “Rafaela-club de fútbol”.

La suspensión del partido entre Atlético Rafaela y la CAI, por una agresión al arquero visitante por parte del público rafaelino, impidió que el partido siguiera. Recordemos que no hay público visitante: los once jugadores patagónicos eran los únicos representantes de la CAI en la ciudad-modelo.

Los rafaelinos agredieron en su propia cancha a los rivales, pararon el partido y chau. Ahora, cuando en el medio ya pasó otra fecha, la Afa decidió que el partido debe continuar, aparentemente sin mediar ninguna sanción, a pesar de lo elocuente que en ese sentido, es el artículo 80 del reglamento, que pide entre 9 y 30 puntos de penalización ante un caso así.

Como si fuera poco, ahora es muy distinta la situación de la CAI, que en el momento de la agresión a su arquero se estaba jugando la vida por evitar el descenso, y que ahora ya está confirmada inexorablemente en la Promoción: es decir, la segunda mitad del partido con Rafaela ya no la disputará con sus titulares jugándose la cabeza, sino con juveniles tratando de que no los revienten a pedradas como ocurrió el día de la suspensión, como bien consigna imparcialmente la prensa rafaelina (¿o los periodistas locales son todos de Ben Hur?).

O sea: hinchas de Atlético Rafaela (los únicos que había) lastimaron a un jugador rival, suspendieron el partido, el club no recibe sanción y el segundo tiempo lo juegan contra los pibes de un rival que ahora está en otra.

Los perjudicados son Quilmes, Instituto y All Boys, especialmente el Albo, que tiene peor diferencia de gol y un triunfo de Rafaela ante los jóvenes y medrosos patagónicos lo deja fuera de todo.

Es muy linda la idea de que los puntos se ganan en la cancha. All Boys ganó todos los puntos en la cancha.

También es muy linda la idea del Estado de Derecho, que supone que quien comete un delito, deberá responder ante las autoridades y pagar su condena.

¿Paga Rafaela?

lunes, 10 de mayo de 2010

Un manojo de cábalas

Estoy hecho un tarado. Estos días son muy difíciles, y uno navega entre la ilusión más enorme y la sensación de no poder hacer nada para colaborar con que esa ilusión se cumpla.

¿Nada? Bueno, hay algo que el hincha Albo sí puede hacer, y no me refiero a verter toxina alguna en el agua que beben los rivales, sino a poner en movimiento todas las palancas paranormales existentes para manipular el destino.

Y así como están los que rezan, los que hacen promesas y los que contratan brujas, también hay un nutrido grupo de creyentes que pretendemos cambiar el mundo desde acciones insignificantes, mínimas.

La conexión entre repetir cierto ritual y lograr determinado resultado deportivo es difícil de justificar: ¿si yo tenía diarrea el día en que All Boys ganó, debería asegurarme de sufrir ese mismo síntoma de liquidez intestinal el día del próximo partido?

La repetición supone que, a igual contexto, igual resultado; y que por tanto, cuanto más fielmente reproduzcamos el ambiente que una vez nos ha llevado a la dicha, más posibilidades tendremos de reiterar esa experiencia dichosa.

Un poco como la búsqueda de la teta materna según el psicoanálisis, otro poco como la máxima tanguera de que siempre se vuelve al primer amor; la cábala futbolera supone repetir, volver, plagiar un pasado de éxito.

Así, quien nunca ganó, no puede tener cábalas: no tiene nada que repetir pues aquello que hizo en el pasado, nunca ayudó a ganar.

Pero los límites del universo son infinitos e imprecisos, y el cabulero sabe de antemano que no podrá lograr una repetición exacta: no alcanzará con llevar las mismas medias que en el viaje de egresados para volver a levantarte a la misma chica que enganchaste en Bariloche, en septiembre de 1993.

Lo sufrí este sábado tras la derrota de All Boys en Tucumán: no pude ayudar ni llevando en el bolsillo los comprobantes de pago de viejas cuotas sociales, ni haciendo que me regalen un chocolate Gody en la víspera del partido, ni usando de nuevo el buzo verde con capucha.

Todo lo que fue un éxito contra Defensa y Justicia, Unión y Tiro Federal, resultó mera superstición inconducente contra San Martín. ¿Y ahora de qué me agarro?